El
Acueducto de Segovia esconde una leyenda en sus columnas.
Una
de las construcciones más importantes no sólo de Castilla y León, sino de toda
España es el Acueducto de Segovia, una obra que según los historiadores se
remonta a la época romana, pero que encierra tras de sí una leyenda que es
conocida por todos los segovianos y que serviría para «explicar» el hueco
reservado para poner la Virgen de la Fuencisla. La leyenda dice así:
Hubo
un tiempo en el que la zona alta de la ciudad de Segovia no tenía fácil acceso
al agua. Para poder conseguirla, los habitantes tenían que realizar un gran
recorrido para poder traer el agua de las fuentes en la zona exterior de la
ciudad.
Una
joven criada, tenía que llevar cada día agua a la casa en la que servía en lo
alto de la ciudad, para lo que tenía que bajar a cuestas con el cántaro a la
zona baja donde se situaba la fuente, para luego hacer el camino de subida con
el cántaro lleno.
Un
día la joven criada, sumida en la desesperación a mitad de camino, exclamó en
alto: «Daría lo que fuera porque el agua llegara sola a las puertas de la
ciudad para no tener que volver nunca a recorrer este camino». Entonces una voz
melodiosa tras ella le respondió: «¿Estás segura de que darías cualquier cosa a
cambio de que el agua llegara a las puertas de tu ciudad?». La joven se dio la
vuelta asustada y se encontró con un hombre apuesto, al que respondió que sí
sin dudarlo ni un momento, ya que pocas eran las pertenencias que tenía que
pudieran interesarle al hombre.
Entonces
el hombre le pidió algo que la mujer sí que poseía: su alma a cambio de hacer
que el agua llegara directamente hasta las puertas de la ciudad. En el momento
de bajeza, la joven pensó que el alma era algo que de poco le valía, por lo que
aceptó sin dudarlo. Entonces, se percató de una rara sonrisa en la cara del
extraño, por lo que antes de estrechar la mano con este y sellar el trato, la
joven añadió que sólo le daría su alma si era capaz de hacerlo antes de que el
primer rayo del sol brillara a la mañana siguiente. Tras cerrar el trato con un
apretón de manos, el hombre se desvaneció ante sus ojos, y la joven continuó su
camino a por agua pensando que todo había sido una simple fantasía causada por
el gran cansancio.
La
noche cayó, y la joven comenzó a dar vueltas en la cama sin poder dormir. No
paraba de pensar en el extraño encuentro que había tenido al bajar a la fuente
por la mañana, así que se levanto y fue a dar un paseo para airear la mente.
Pero su sorpresa fue mayúscula cuando se asomó al mirador junto a la puerta de
San Juan y observó como el extraño que había conocido esa mañana estaba
envuelto en llamas y dando órdenes a cientos de diablos, dirigiéndolos en la
construcción de una estructura que la joven no tardó en identificar con un
conducto para llevar el agua a lo alto de la ciudad.
La
obra continuó toda la noche, durante la cuál la joven no paró de rezar a Dios
arrepentida por su trato con el diablo y pidiéndole que no dejara que el diablo
se llevara su alma, sin obtener respuesta alguna. Cuando toda la construcción
estaba prácticamente finalizada, el hombre en llamas y todos sus ayudantes
comenzaron a celebrar la victoria mientras llevaban la última piedra al hueco,
y justo en el momento que el hombre en llamas iba a ponerla, el primer rayo de
sol golpeó su cara.
El
diablo, indignado con su derrota, abandonó la ciudad junto a todos sus
ayudantes dejando la casi terminada construcción a sus espaldas. La joven,
sorprendida por su victoria, corrió a la iglesia para confesar ante el
sacerdote..En el hueco que quedó es donde está ahora puesta la estatua de la Virgen
de la Fuencisla.
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