27 de septiembre de 2016

ezcaray













En la Rioja Alta se encuentra Ezcaray, considerado primer pueblo turístico de La Rioja. Esta preciosa villa sobre el Oja es el punto de inicio perfecto para recorrer el alto valle del río o hacer una ruta entre viñedos. Conocido por la cercana estación de esquí de Valdezcaray, única en toda la Comunidad Autónoma, este pueblo tiene un bello conjunto urbano con soportales, plazas porticadas y palacios y algunos edificios de gran importancia como la iglesia parroquial de Santa María la Mayor con un bellísimo retablo mayor hispano-flamenco del siglo XVI.

26 de septiembre de 2016

plaza de españa, santo domingo de la calzada


catedral de santo domingo de la calzada




El nuevo templo fue comenzado en 1158 con planos del maestro Garçion , quien diseñó una iglesia de planta de cruz latina de tres naves con girola, en la que se abrían tres capillas semicirculares o absidiolos, y tribuna sobre ella.
Del proyecto inicial se conserva la cabecera hasta el crucero, excepción hecha de las modificaciones efectuadas durante los siglos XV y XVI, centradas en la construcción de la capilla de San Andrés y la reforma de los absidolos septentrional y meridional, capillas de San Bartolomé y de Santiago respectivamente. En esta cabecera románica destacan los relieves de los capiteles y de los pilares que rodean el presbiterio. Entre los primeros encontramos un Cristo Salvador o Pantocrátor, en el arranque de la girola por la nave lateral izquierda, y la Asunción de la Virgen en el mismo lugar de la nave lateral derecha. Ambos son los titulares de la Catedral. En el tercer pilar del presbiterio por la derecha sobresale la figura de la Trinidad, bajo cuya advocación se sitúa la parroquia, y en el quinto la del rey David.
A principios del siglo XIV se habían construido las tres naves, cubiertas con bóvedras de crucería simple en el caso de las laterales y de ocho nervios en la central, y el templo se cerraba por el extremo occidental con una portada carente de decoración esculpida, reflejo de un momento de dificultades económicas para la Catedral. Fue entonces cuando se acometió la fortificación del edificio, atendiendo a las necesidades derivadas de las continuas luchas fronterizas entre Castilla y Navarra. Con tal fin se construyeron un pórtico a los pies y un camino de ronda por el interior, del que quedan vestigios en la nave lateral izquierda, sobre las puertas de acceso al claustro o sobre las capillas. También en el siglo XIV se reformó el claustro.
El siglo XV dio paso a una nueva etapa de intensa actividad constructiva en la catedral, que se prolongó a lo largo de la centuria siguiente. A este periodo se deben la ampliación del transepto sur, motivada por el hundimiento del pilar suroccidental del crucero, la elevación de la altura de la capilla mayor, el monumento funerario gótico del Santo y la construcción de las capillas de San Andrés, del Rosario, de la Inmaculada, de San Jorge o de Hermosilla, de San Juan Bautista o de Santa Teresa y de la Magdalena, todas ellas capillas laterales que rompen el perímetro inicial del templo, además de la ya mencionada reforma de los dos absidiolos de la cabecera. A mediados del siglo XVII se edificó la capilla de los Mártires.
Entre 1761 y 1765 se construyeron la actual fachada sur, presidida por los santos patronos de la diócesis, San Emeterio, San Celedonio y Santo Domingo, y la torre exenta.
Ya en 1958 se dotó al templo de una cripta que recoge el sepulcro con las reliquias del Santo.
El Retablo.
Hasta 1994, año en el que se desmontó para su restauración, se situaba en la capilla mayor, espacio para el que fue construido. Es obra del escultor Damián Forment, que recibió el encargo en 1537 y se ocupó de su ejecución hasta su muerte en la Navidad de 1540. Fue terminado por los miembros de su taller. Empleó madera de nogal para las esculturas y de pino en la estructura y los relieves, además de alabastro en el zócalo. Se dedica al Salvador y a la Virgen en el misterio de la Asunción, cuyas imágenes se sitúan en la calle central. Sobre ellas destaca la presencia del óculo eucarístico, un espacio destinado a la exposición permanente del Santísimo, privilegio de la iglesia aragonesa desde el siglo XIV y que Forment, valenciano cuya obra se desarrolló en el territorio de la Corona de Aragón, trajo hasta Santo Domingo.
Al repertorio de imágenes cristianas habituales en los retablos unió Forment otro mitológico que recoge sirenas, centauros, tritones, ménades…, un conjunto de seres vinculados en la antigüedad a la resurrección y la salvación del alma. A partir de 1545 el Concilio de Trento prohibiría el uso de la mitología en el arte cristiano, por lo que nos encontramos ante una obra excepcional.
Andrés de Melgar se encargó del dorado y la policromía del retablo, labor que llevó a cabo en su mayor parte entre 1539 y 1553. Destacan el amplio repertorio de grutescos, decoración a base de seres híbridos dispuestos a ambos lados de un eje de simetría, y el de morescos, nombre que en la época recibían los bordados que imitaban los propios de las telas árabes.
El Mausoleo del Santo y el Gallinero.
Según la tradición, fue el propio Domingo quien preparó su sepulcro en la calzada que él mismo trazara, al exterior de la desaparecida iglesia primitiva. Años después, la construcción del nuevo templo recogería en su interior el enterramiento, concretamente en el transepto sur.
El mausoleo es el resultado de tres intervenciones sucesivas. Al primer cuarto del siglo XIII corresponde la lauda sepulcral, que formó parte del primer monumento funerario. Se trata de un yacente de dos metros en altorrelieve, pieza rara en el arte funerario europeo del momento. Presenta al Santo sobre el lecho mortuorio, con las manos cruzadas sobre el pecho, rodeado por seis ángeles. La restauración llevada a cabo en 2009 recuperó la mayor parte de la policromía.
La lápida se asienta sobre una mesa de alabastro, que el escudo labrado del obispo Diego López de Zúñiga, promotor de la obra, permite fechar en la primera mitad del siglo XV. Doce escenas muestran distintos milagros y episodios de la vida del Santo. En ella se aprecian las consecuencias del hundimiento de bóvedas de 1508, que afectó directamente al sepulcro situado debajo.
Cubre el conjunto un baldaquino, también de alabastro, tradicionalmente atribuido en su traza a Felipe de Vigarny y en su ejecución a Juan de Rasines, contratado en 1513.
Al arco situado en la cabecera del Santo se acopló otro de plata procedente de Méjico, que fue donado en 1763. Bajo él se cobija la imagen de Santo Domingo, tallada por Julián de San Martín en 1789 y punto de partida de la iconografía que lo presenta como “santo abuelito”.
El monumento está rodeado por un zócalo de mármol sobre el que se levanta una reja de hierro dorada y policromada, obra de Sebastián de Medina de 1708.
Bajo este espacio se construyó en 1958 una cripta que acoge las reliquias. La preside un altorrelieve del Santo como libertador de cautivos, obra de principios del XIII.
Frente al mausoleo se sitúa un gallinero gótico de piedra policromada, construido a mediados del siglo XV, que alberga un gallo y una gallina vivos en conmemoración del milagro del peregrino ahorcado injustamente (la presencia de animales vivos en el templo está documentada desde 1350). Sobre la puerta de ingreso, en una tabla de Alonso Gallego se representa el milagro.
La Torre.
La torre exenta es la cuarta que se levantó en la Catedral. La primera, sobre el espacio que actualmente ocupa el gallinero, se construyó a finales del siglo XII o principios del XIII y fue destruida por un rayo en 1450. La sustituyó una segunda que, terminada hacia 1560, a mediados del XVIII amenazaba ruina. El obispo Andrés de Porras y Temes decidió la edificación de la tercera, que se llevó a cabo entre 1759 y 1760 y adoptó la tipología de torre-pórtico, apoyada una de sus caras en la fachada sur y el resto en unos arcos bajo los que discurría la calle. Apenas un año después se desmontó por problemas estructurales derivados de la inestabilidad del terreno, que implicaron además la ruina de la mencionada fachada. El mismo prelado acometió la construcción de una nueva portada y de la cuarta torre, para la que se buscó un emplazamiento más seguro a unos ocho metros de la Catedral, al otro lado de la calle Mayor. Trazadas ambas por Martín de Beratúa, la portada se construyó en 1761 y la torre entre 1762 y 1765. A ella se adosó la casa del campanero, diseñada por el mismo arquitecto.
Sus 70 metros de altura se dividen en tres cuerpos, de planta cuadrada los dos primeros y octogonal el de campanas, con cuatro torrecillas en los ángulos, que se cubre con cúpula rematada por una esbelta linterna. Responde así al llamado modelo riojano de torre barroca que siguen, entre otras, la de Briones y las gemelas de la concatedral de Santa María la Redonda de Logroño, ambas del mismo autor. Cumplió la función de conjuratorio, lo que explica los vanos abiertos en el primer cuerpo. 
En su construcción se utilizó piedra arenisca, y en su cimentación una argamasa compuesta de cal, arena, piedras pequeñas y cornamentas de vacuno, con las que se quiso contrarrestar la escasa firmeza del terreno y los efectos del exceso de agua en el subsuelo.
La escalera, de 132 peldaños, aparece horadada por unos huecos circulares cuya función consistía en permitir el paso de las cuerdas de las campanas, que podían así tocarse desde abajo. Conserva el reloj instalado en 1780 por el herrero Martín Pasco, que se mantiene en funcionamiento con su mecanismo original.
El Claustro y la Sala Capitular.
El claustro que hoy contemplamos es fruto de la reforma acometida en 1340 por el obispo Juan del Pino. Construido en piedra y ladrillo, está cubierto con bóvedas de crucería, ocho por cada crujía o galería. Durante los siglos XV y XVI se fueron añadiendo a sus muros y entre los vanos una serie de capillas que prácticamente cerraron el patio. De escaso valor artístico fueron eliminadas, en su mayoría, en la restauración que tuvo lugar entre 1984 y 1987. En la galería oriental se abre la sala capitular, construida bajo el mandato del obispo del Pino y reformada en el de Pedro González de Mendoza, en la segunda mitad del siglo XV. Fue entonces cuando se cubrió con un alfarje mudéjar decorado con motivos vegetales y las armas del patrocinador. La techumbre fue descubierta durante la restauración llevada a cabo en 1992, oculta por unas bovedillas de yeso y un cielo raso. Actualmente el claustro acoge la exposición de la Catedral.
Entre sus fondos sobresalen tres trípticos flamencos pintados al óleo sobre tabla: el Tríptico de la Anunciáción, de Joos van Cleve, ejecutado entre 1515 y 1520; el Tríptico de la Adoración de los Magos, obra anónima de finales del siglo XV; y el de la Misa de San Gregorio, realizado hacia 1530 por Adrian Isenbrant.
En cuanto a la escultura, destaca el llamado retablo de los Apóstoles , dos relieves en piedra del románico tardío que pudieron formar parte, junto con los de San Pedro y San Juan que se muestran en la cripta, de un apostolado perteneciente a la desaparecida portada románica del transepto sur. Sobresalen también un frontal de altar de madera dorada y policromada de hacia el 1300, con el Trono de la Misericordia en el centro rodeado por el tetramorfos, y una imagen procesional gótica de Santo Domingo, venerada hasta finales del siglo XVIII. Excepcional es la talla de la Verónica, obra hispano-flamenca de finales del siglo XV. La colección escultórica se completa con un conjunto de bultos en madera, en su mayor parte fechados en los siglos XVI y XVII, y dos relieves, la Misa de San Gregorio y San Jerónimo Penitente, policromados por Andrés de Melgar en 1553.
Entre el claustro y la sala capitular se reparte el tesoro de la Catedral, parte importante del cual se compone de piezas mejicanas de plata, donaciones de emigrantes calceatenses.

milagro del gallo y la gallina, catedral de santo domingo de la calzada

Un matrimonio alemán y su joven hijo, Hugonell, se dirigen en peregrinación a Compostela. Al llegar a Santo Domingo se hospedan en un mesón. La hija del posadero se enamora del joven, pero al no ser correspondida decide vengarse ocultando una copa de plata en el equipaje del joven. Cuando éste abandona la ciudad la muchacha denuncia el robo. Al ser capturado, se encuentra la copa entre sus pertenencias por lo que es acusado de robo y condenado a la horca.
Al día siguiente, sus padres, antes de emprender el viaje, van a ver el cuerpo de su hijo, quien sorprendentemente estaba vivo y les dice: “El bienaventurado Santo Domingo de la Calzada me ha conservado la vida contra el riguroso cordel… dad cuenta de este prodigio”. Los padres acuden a contar el suceso al corregidor de la ciudad, pero éste, escéptico, comenta que el joven está tan vivo como el gallo y la gallina asados que se dispone a comer. Al instante las aves recuperan las plumas y la vida, dando fe del portentoso milagro.
De ahí el dicho: “Santo Domingo de la Calzada donde cantó la gallina después de asada”

16 de septiembre de 2016

nacedero del urederra “agua hermosa”, parque natural de urbasa-andía













El murmullo del agua cristalina, la luz que se filtra entre las hojas de los árboles tiñendo de verde lima el paisaje y el aroma a naturaleza contribuyen a que este lugar, declarado reserva natural en 1987, sea uno de los enclaves más espectaculares de Navarra.
El Nacedero del Urederra, situado al norte de Estella-Lizarra, es la salida natural del acuífero formado en el macizo kárstico de Urbasa. La primera surgencia se produce en un cortado a 700 metros de altitud en el reborde meridional del macizo, originando una impresionante caída de más de 100 metros que con el transcurso de millones de años ha modelado un anfiteatro rocoso de notable belleza.
Tras ella se suceden otras cascadas y numerosas pozas de agua de color turquesa que se forman como consecuencia del fenómeno kárstico, por el que el agua se filtra a través de las grietas de las rocas surgiendo una y otra vez desde las entrañas de la tierra. La especial tonalidad de estas aguas es la que seguramente habrá inspirado a quien bautizó al río con el nombre de Urederra, que significa "agua hermosa". Pero además del agua, cabe mencionar la diversidad de flora y fauna que integran este espacio natural: hayas, robles, olmos, arces, tejos y avellanos, entre otras especies vegetales, y buitres, alimoches, milanos, aguiluchos o cuervos, como protagonistas del reino animal.
Un sendero de escasa dificultad y 5,3 kilómetros de longitud (ida y vuelta) recorre el curso del río en sentido contrario finalizando en el bello nacedero. El recorrido, que está señalizado mediante balizas, se inicia en el aparcamiento situado a la entrada del pueblo de Baquedano. Una vez tomada la pista forestal y tras pasar una barrera el camino se bifurca. Se recomienda tomar a la ida la senda de la izquierda, que discurre más cercana al río, y volver por el camino del este, más elevado.
Este paraje, actualmente integrado en el Parque Natural de Urbasa-Andía se sitúa en el valle de Améscoa, un territorio de transición bioclimática flanqueado por el altiplano de Urbasa y la sierra escarpada de Loquiz.

14 de septiembre de 2016

castillo de aguas mansas o aguas muertas, agoncillo



Situación: El castillo de Aguas Muertas se encuentra en la localidad de Agoncillo, La Rioja. Su ubicación es muy estratégica, muy cerca del río Ebro y más aún de la desembocadura de sus afluentes el Jubera y el Leza, próxima a una calzada romana.
Historia: El castillo de Aguas Muertas es un palacio construido entre los siglos XIV y XVI sobre un recinto anterior.
Durante la Edad Media fue escenario de luchas de banderías entre nobles, desempeñando un importante protagonismo en la defensa del reino de Nájera y Pamplona. Una vez separados los dos reinos a causa de la violenta muerte de Sancho IV el de Peñalén, quedó dentro del antiguo reino de Nájera que había pasado a ser regido por ocupación por Alfonso VI de Castilla, primo del asesinado Sancho IV. Aquí fue degollado en 1334 el último señor de Cameros, Juan de Haro, por orden de Alfonso XI de Castilla.
Descripción: Su planta es rectangular, y cuenta con cuatro torreones en sus ángulos. En el interior puede verse un bello patio con aljibe.
Su nombre quizá se deba a las aguas estancadas del foso, pues es uno de los pocos castillos en la Rioja que tenían foso con agua, como el de Leiva, que actualmente está cubierto con tierra y que en la reciente excavación con motivo de la restauración de esta fortaleza ha salido a la luz.
Estado de conservación: El castillo de Aguas Muertas ha sido restaurado y se conserva en buen estado, siendo hoy día el ayuntamiento.

cañón del leza, soto en cameros






El Mirador del Cañón del Leza se encuentra a 2 kms. de Soto en Cameros, dirección a Logroño, por la carretera LR-250. En un peñasco llamado El Torrejón.
Los roquedos del cañón están llenos de vida. En sus abundantes recovecos, encuentran refugio, para ellos y sus crías, un grupo de animales heterogéneo en cuanto a su forma de vida e importancia por su significado ecológico, entre los que sobresalen las aves rapaces.
En las paredes de la garganta cría una importante colonia de buitre leonado formado por más de 50 parejas reproductoras.
Además podremos avistar en verano al alimoche, pequeño buitre que bien de África para criar en estos parajes.
También hacen sus nidos aquí otras rapaces como el halcón o el búho real, y otras aves rupícolas como la chova piquirroja, el cuervo, la grajilla, el roquero rojo y el avión roquero.

clavijo natural



castillo de clavijo



Situación: El castillo de Clavijo, uno de los más famosos de la zona de La Rioja, se encuentra situado en lo alto de una imponente roca, dominando el terreno circundante, en el municipio del mismo nombre, en La Rioja, a 15 kilómetros de su capital, Logroño.
Muy próximo, discurre el caudal del río Iregua que sirve de comunicación. Entre las poblaciones vecinas más importantes destacan Ribafrecha, Alberite o Lardero.
Historia: La primera noticia del castillo aparece en 960, año en que Fernán González fue encarcelado entre sus muros. Sancho el Mayor de Navarra cedió la fortaleza al monasterio de Albelda. En 1177, Clavijo perteneció a la Corona. Don Diego López de Zúñiga fue su propietario en el siglo XIV y lo cedió a su hijo como regalo matrimonial.
De esta zona, es muy conocida la leyenda forjada por el arzobispo Rodrigo en la que el Apóstol Santiago salió en ayuda de las tropas cristianas con gritos como: ¡Santiago, cierra España!, inyectando, de esta manera, ánimos a las huestes cristianas que causaron una multitud de bajas en las tropas musulmanas.
Protegía el paso del río Leza y fue utilizado tanto por cristianos como musulmanes, aunque su origen parece ser musulmán.
Según una leyenda, en el denominado Campo de la Matanza, al pie del castillo, tuvo lugar en el año 844 la Batalla de Clavijo, en la que Ramiro I contó con la ayuda del Apóstol Santiago para derrotar a las huestes moras. En realidad esa batalla nunca se libró.
Descripción: Su planta es de forma alargada y se adapta al cerro sobre el que se asienta. Posee tres torres de forma semicircular. En el acceso principal aparece una estructura cúbica semicircular. La muralla, que servía de aislamiento exterior partía del castillo y daba protección a la población. Existe una estructura almenada de época más tardía.
La torre del homenaje se encuentra en la parte oriental, junto a la puerta de acceso al recinto. Esta estructura defensiva se encuentra muy deteriorada, prácticamente está en ruinas. Se elevaba en la zona más importante de toda la edificación y creaba ella misma una estructura independiente a la del propio castillo.
El acceso al recinto se realizaba por una cuesta empinada rematada en un arco de herradura de reciente factura. Cerca de la torre del homenaje, hay restos de estancias. A lo largo del tiempo se ha mantenido también el aljibe. La muralla envolvía toda la población; aún quedan vestigios en la parte norte de la fortaleza.
A partir de sus ruinas se sabe que el castillo se componía de dos elementos básicos: un recinto central, en la parte más elevada de la roca, que comprendía la torre del homenaje rectangular, un pequeño patio y un reducido habitáculo, todo ello rodeado por murallas con torrecillas cilíndricas.
Materiales: El material constructivo que se utiliza para esta impresionante edificación es la piedra. En mampostería, se ejecuta la totalidad de la obra. Apenas se trabaja la materia prima; solamente se colocan los pedruscos que se obtienen del territorio circundante, sin previa elaboración de los mismos, dando un aspecto tosco a la construcción.
Estado de conservación: Muchas partes del castillo se encuentran derruidas. La torre del homenaje es un ejemplo de estas estructuras que, con el paso de los años y con las guerras, se han ido deteriorando. Algunos elementos se han reconstruido, como por ejemplo algunos muros y almenas.
Propiedad y uso: En la actualidad, se encuentra en manos de la Comunidad Autónoma de La Rioja.

13 de septiembre de 2016

pórtico de la iglesia de santa maría de los reyes, laguardia







El templo parroquial de Santa María de los Reyes es el principal monumento religioso de Laguardia.
Pero el turista que se acerca a Laguardia lo hace atraído por tres razones: visitar su encantador y pintoresco entramado de calles perfectamente conservado; para probar sus buenos vinos de La Rioja Alavesa en sus innumerables bares y bodegas y para visitar el pórtico de Santa María de los Reyes.
Son muchas en España e, incluso, en el País Vasco, las portadas góticas de gran espectacularidad, pero hay muy pocas que estén policromadas completamente. Además, hay que reconocer que la impresión que ejerce en el espectador la primera vez que se acerca a visitar este monumento se hace inolvidable. Hay un punto de teatralidad y de suspense. Los turistas se arremolinan ante la puerta invisible al estar cerrada por un pórtico moderno que nada espectacular ofrece. Luego hay que entrar por una pequeña puerta que da paso a un espacio vertical oscuro. De repente se encienden unos focos a nuestra espalda y lo que era un mero conjunto amorfo de brillos y sombras pasa a ser una espectacular portada gótica riquísima en abigarrada escultura intensamente policromada (predominan los dorados, rojos y ocres).
Por este motivo siempre se asocia la portada de Santa María de los Reyes con el pórtico de la Colegiata de Toro, también policromado.
El Pórtico o Portada Sur:
La policromía superficial del conjunto escultórico data de finales del siglo XVII.
Llama poderosamente la atención su extraordinario nivel de conservación, consecuencia de haber estado a refugio de las inclemencias meteorológicas al estar protegido por el porche exterior.
Pero para quien sepa observar, lo que verdaderamente destaca es la calidad de los escultores que ejecutaron la obra. Prima un naturalismo casi renacentista en algunas de las figuras. Las proporciones de los personajes y sus movimientos son correctísimos y los rostros -todos individualizados- transmiten sentimientos y pensamientos
Estamos, sin duda, al margen del primer impacto visual, ante una obra maestra.
En cuanto a la iconografía, como veremos posteriormente, se trata de la típica portada gótica mariana, donde se exalta la gloria de la madre de Dios.
Las arquivoltas:
La portada dispone de cinco arquivoltas, siendo las tres impares las que aportan figuración esculpida al modo gótico, esto es, con las estatuas colocadas siguiendo la dirección de los arcos.
En la primera arquivolta interior los representados son bellos ángeles que tocan instrumentos musicales, tales como un laúd, una gaita, un salterio, un arpa, una trompeta, etc.
La segunda arquivolta historiada -la tercera del conjunto- está constituida por relieves de mujeres santas y mártires con sus correspondientes atributos que permiten su identificación.
La arquivolta más externa está ocupada por esculturas de reyes y profetas del Antiguo Testamento.
En la enjuta derecha aparecen dos estatuas de reyes, se trata de Don Sancho Abarca, fundador de Laguardia y su esposa.
El Apostolado:
Junto a la estatua de María que ocupa el parteluz y de la que luego nos ocuparemos, sin duda son los apóstoles que se colocaron en las jambas de la portada los que más perceptibles son gracias a sus buenas dimensiones y por estar situadas en posiciones más bajas, cercanas a los ojos de los visitantes.
Todo en ellos nos habla de la calidad del taller: los rostros, la delicadeza en los modelados de los peinados y barbas, las túnicas y ropajes con multitud de matices, los pliegues perfectamente resueltos, las manos con detalles anatómicos como las venas, nudillos y tendones, etc.
En efecto se trata de dos grupos de seis apóstoles en cada lado, donde Judas Iscariote es reemplazado por San Pablo el "apóstol de los gentiles".
Llevan atributos que permiten aproximarnos a su identificación: San Pablo con su habitual alopecia y la espada con que fue decapitado, San Andrés con su cruz, San Bartolomé con un diablo encadenado, San Pedro y las llaves, Santiago con atuendo de peregrino, etc.
El tímpano:
El tímpano que cobijan las arquivoltas se compone de tres franjas muy bien aprovechadas espacialmente para establecer una serie de relatos bíblicos destinados a glorificar a la Virgen María como madre de Dios.
La franja inferior relata de izquierda a derecha su papel en la redención como madre del Mesías. A la izquierda aparece el arcángel san Gabriel anunciándole la buena nueva a María. Lo que hace especial a esta representación, al margen de su elegancia y belleza formal, es que la Virgen aparece ya embarazada.
A la derecha, siguiendo el orden del relato neotestamentario y su reflejo en la iconografía medieval, se nos muestra la Visitación. En ella María y Santa Elena se toman las manos mutuamente.
A la derecha y ocupando el espacio central de este friso inferior tenemos la Epifanía o Adoración de los Reyes Magos. Además de los tres reyes (el mayor en postura de genuflexión) aparecen las estatuas de dos pajes y uno de los caballos. Llama la atención que uno de los magos y su paje aparecen con sus rostros pintado de negro. Volvemos aquí a recordar que la policromía actual es de finales del siglo XVII, cuando ya se había atribuido la raza negra africana a uno de los reyes. De hecho, la estatua medieval no muestra ningún rasgo negroide puesto que el escultor del siglo XIV talló a los tres con rasgos europeos. Hay que recordar que en la Edad Media, hasta finales del siglo XIV y sobre todo el XV, los tres Reyes Magos no representan los continentes ni sus diferentes razas, sino las tres edades del hombre
El friso o banda intermedia se ocupa de la Dormición y Asunción de la Virgen pero con elementos tomados de textos apócrifos.
En el extremo de la izquierda aparecen los doce apóstoles en dos filas superpuestas de seis, con gestos de tristeza sobre una serie de relieves lobulados pintados de blanco que, sin duda, quieren representar las nubes. Estamos ante el episodio del evangelio apócrifo de San Juan Bautista el Teólogo en que los apóstoles son llevados en una nube por el cielo hasta el lecho de muerte de María.
Precisamente, la Dormición se nos muestra en el lado opuesto. Los apóstoles se hayan ante el lecho de María cuya piel se pintó de color blanquecino para dejar evidencia del trance en que se halla. Uno de los apóstoles toma delicadamente su cabeza, mientras que otro, probablemente San Juan por su cara imberbe, toma sus manos. En medio de ellos, aparece Cristo, esculpido con mayor altura, que acoge con su brazo izquierdo sobre su pecho una figurita femenina pequeña que simboliza el alma de María.
En el centro, aparece la Asunción propiamente dicha. La Virgen aparece entronizada dentro de una mandorla dorada, siendo impulsada a los cielos por tres ángeles. También esta iconografía tiene orígenes apócrifos como el hecho de que María lanza su cinturón a Santo Tomás que aparece arrodillado en la parte inferior.
En el registro superior del tímpano se esculpió la Coronación de la Virgen. María recibe una corona colocada al alimón por Cristo que se encuentra a su lado y por un ángel. Otros dos ángeles rodean la escena y portan instrumentos musicales como un salterio y un laúd.
El parteluz y la Virgen:
Siendo como es ésta una portada netamente mariana, la imagen encastrada en el parteluz corresponde a la Virgen, dispuesta de pie con el Niño sujeto por su brazo izquierdo. El volumen de Jesús es aquí deliberadamente desproporcionado, muy pequeño, frente al gran porte de María. Un nuevo matiz que nos lleva a pensar que el escultor quería dar todo el protagonismo a la madre.
Hay que fijarse en la postura de la cadera y las piernas que realizan el llamado "contraposto" clásico revivido por los primeros grandes escultóricos del gótico clásico francés.