Sancho
VII 'el Fuerte' (1194-1234) se propone fortificar no sólo el castillo, sino la
villa entera, convirtiéndola en plaza fuerte y baluarte inexpugnable. Esta
fortificación debió comprender todas las murallas que, partiendo del castillo
de D. Sancho Abarca, circundaban toda la villa.
Elevados
y fuertes, de trecho en trecho, a distancia proporcionada, se alzaban unos
torreones cuadrangulares salientes del muro, adornados con almenas y saeteras.
Laguardia
queda marcada por su función castrense, de tal manera que su casco urbano se
compone de tres calles longitudinales que a su vez se encuentran cruzadas por
tres cantones. Existen otras dos calles menores paralelas a las principales, una
calleja transversal que une las calles Mayor y Páganos, y una plaza rectangular
en el centro. Todo ello delimitado por el recinto amurallado
Esta
muralla, tenía comunicación con el exterior a través de cinco puertas.
Debido
al papel defensivo y al carácter militar de la villa, que por su situación se
veía envuelta muy a menudo en contiendas de diferentes reinos, los habitantes
de Laguardia se dividían en organizaciones barriales de carácter
cívico-militar. A ellos correspondía la defensa de las murallas que rodeaban la
villa.
Hoy
en día queda aún en Laguardia, como recuerdo de aquellas vecindades, la
presencia de hornacinas que contienen imágenes de Santos, en las puertas de
acceso a la villa.
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