El
templo parroquial de Santa María de los Reyes es el principal monumento
religioso de Laguardia.
Pero
el turista que se acerca a Laguardia lo hace atraído por tres razones: visitar
su encantador y pintoresco entramado de calles perfectamente conservado; para
probar sus buenos vinos de La Rioja Alavesa en sus innumerables bares y bodegas
y para visitar el pórtico de Santa María de los Reyes.
Son
muchas en España e, incluso, en el País Vasco, las portadas góticas de gran
espectacularidad, pero hay muy pocas que estén policromadas completamente.
Además, hay que reconocer que la impresión que ejerce en el espectador la
primera vez que se acerca a visitar este monumento se hace inolvidable. Hay un
punto de teatralidad y de suspense. Los turistas se arremolinan ante la puerta
invisible al estar cerrada por un pórtico moderno que nada espectacular ofrece.
Luego hay que entrar por una pequeña puerta que da paso a un espacio vertical
oscuro. De repente se encienden unos focos a nuestra espalda y lo que era un
mero conjunto amorfo de brillos y sombras pasa a ser una espectacular portada
gótica riquísima en abigarrada escultura intensamente policromada (predominan los
dorados, rojos y ocres).
Por
este motivo siempre se asocia la portada de Santa María de los Reyes con el
pórtico de la Colegiata de Toro, también policromado.
El
Pórtico o Portada Sur:
La
policromía superficial del conjunto escultórico data de finales del siglo XVII.
Llama
poderosamente la atención su extraordinario nivel de conservación, consecuencia
de haber estado a refugio de las inclemencias meteorológicas al estar protegido
por el porche exterior.
Pero
para quien sepa observar, lo que verdaderamente destaca es la calidad de los
escultores que ejecutaron la obra. Prima un naturalismo casi renacentista en
algunas de las figuras. Las proporciones de los personajes y sus movimientos
son correctísimos y los rostros -todos individualizados- transmiten
sentimientos y pensamientos
Estamos,
sin duda, al margen del primer impacto visual, ante una obra maestra.
En
cuanto a la iconografía, como veremos posteriormente, se trata de la típica
portada gótica mariana, donde se exalta la gloria de la madre de Dios.
Las
arquivoltas:
La
portada dispone de cinco arquivoltas, siendo las tres impares las que aportan
figuración esculpida al modo gótico, esto es, con las estatuas colocadas
siguiendo la dirección de los arcos.
En
la primera arquivolta interior los representados son bellos ángeles que tocan
instrumentos musicales, tales como un laúd, una gaita, un salterio, un arpa,
una trompeta, etc.
La
segunda arquivolta historiada -la tercera del conjunto- está constituida por
relieves de mujeres santas y mártires con sus correspondientes atributos que
permiten su identificación.
La
arquivolta más externa está ocupada por esculturas de reyes y profetas del
Antiguo Testamento.
En
la enjuta derecha aparecen dos estatuas de reyes, se trata de Don Sancho
Abarca, fundador de Laguardia y su esposa.
El
Apostolado:
Junto
a la estatua de María que ocupa el parteluz y de la que luego nos ocuparemos,
sin duda son los apóstoles que se colocaron en las jambas de la portada los que
más perceptibles son gracias a sus buenas dimensiones y por estar situadas en
posiciones más bajas, cercanas a los ojos de los visitantes.
Todo
en ellos nos habla de la calidad del taller: los rostros, la delicadeza en los
modelados de los peinados y barbas, las túnicas y ropajes con multitud de
matices, los pliegues perfectamente resueltos, las manos con detalles
anatómicos como las venas, nudillos y tendones, etc.
En
efecto se trata de dos grupos de seis apóstoles en cada lado, donde Judas
Iscariote es reemplazado por San Pablo el "apóstol de los gentiles".
Llevan
atributos que permiten aproximarnos a su identificación: San Pablo con su
habitual alopecia y la espada con que fue decapitado, San Andrés con su cruz,
San Bartolomé con un diablo encadenado, San Pedro y las llaves, Santiago con
atuendo de peregrino, etc.
El
tímpano:
El
tímpano que cobijan las arquivoltas se compone de tres franjas muy bien
aprovechadas espacialmente para establecer una serie de relatos bíblicos
destinados a glorificar a la Virgen María como madre de Dios.
La
franja inferior relata de izquierda a derecha su papel en la redención como
madre del Mesías. A la izquierda aparece el arcángel san Gabriel anunciándole
la buena nueva a María. Lo que hace especial a esta representación, al margen
de su elegancia y belleza formal, es que la Virgen aparece ya embarazada.
A
la derecha, siguiendo el orden del relato neotestamentario y su reflejo en la
iconografía medieval, se nos muestra la Visitación. En ella María y Santa Elena
se toman las manos mutuamente.
A
la derecha y ocupando el espacio central de este friso inferior tenemos la
Epifanía o Adoración de los Reyes Magos. Además de los tres reyes (el mayor en
postura de genuflexión) aparecen las estatuas de dos pajes y uno de los
caballos. Llama la atención que uno de los magos y su paje aparecen con sus
rostros pintado de negro. Volvemos aquí a recordar que la policromía actual es
de finales del siglo XVII, cuando ya se había atribuido la raza negra africana
a uno de los reyes. De hecho, la estatua medieval no muestra ningún rasgo
negroide puesto que el escultor del siglo XIV talló a los tres con rasgos
europeos. Hay que recordar que en la Edad Media, hasta finales del siglo XIV y
sobre todo el XV, los tres Reyes Magos no representan los continentes ni sus
diferentes razas, sino las tres edades del hombre
El
friso o banda intermedia se ocupa de la Dormición y Asunción de la Virgen pero
con elementos tomados de textos apócrifos.
En
el extremo de la izquierda aparecen los doce apóstoles en dos filas
superpuestas de seis, con gestos de tristeza sobre una serie de relieves
lobulados pintados de blanco que, sin duda, quieren representar las nubes.
Estamos ante el episodio del evangelio apócrifo de San Juan Bautista el Teólogo
en que los apóstoles son llevados en una nube por el cielo hasta el lecho de
muerte de María.
Precisamente,
la Dormición se nos muestra en el lado opuesto. Los apóstoles se hayan ante el
lecho de María cuya piel se pintó de color blanquecino para dejar evidencia del
trance en que se halla. Uno de los apóstoles toma delicadamente su cabeza,
mientras que otro, probablemente San Juan por su cara imberbe, toma sus manos.
En medio de ellos, aparece Cristo, esculpido con mayor altura, que acoge con su
brazo izquierdo sobre su pecho una figurita femenina pequeña que simboliza el
alma de María.
En
el centro, aparece la Asunción propiamente dicha. La Virgen aparece entronizada
dentro de una mandorla dorada, siendo impulsada a los cielos por tres ángeles.
También esta iconografía tiene orígenes apócrifos como el hecho de que María
lanza su cinturón a Santo Tomás que aparece arrodillado en la parte inferior.
En
el registro superior del tímpano se esculpió la Coronación de la Virgen. María
recibe una corona colocada al alimón por Cristo que se encuentra a su lado y
por un ángel. Otros dos ángeles rodean la escena y portan instrumentos
musicales como un salterio y un laúd.
El
parteluz y la Virgen:
Siendo
como es ésta una portada netamente mariana, la imagen encastrada en el parteluz
corresponde a la Virgen, dispuesta de pie con el Niño sujeto por su brazo
izquierdo. El volumen de Jesús es aquí deliberadamente desproporcionado, muy
pequeño, frente al gran porte de María. Un nuevo matiz que nos lleva a pensar
que el escultor quería dar todo el protagonismo a la madre.
Hay
que fijarse en la postura de la cadera y las piernas que realizan el llamado
"contraposto" clásico revivido por los primeros grandes escultóricos del
gótico clásico francés.
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