En
realidad se trata de un Templo de Culto Imperial ubicado al fondo de una gran
plaza que fue parcialmente nivelada, ya que se evidencian en algunas zonas
restos de un criptopórtico. De la plaza se conservan aún lastras de mármol de
su pavimentación así como los muros que la delimitaban, también los dos
estanques que flanqueaban al edificio. Debió de erigirse aún bajo el poder de
Augusto.
El
templo, de planta rectangular, se alza sobre un alto podio de granito que
concluye en molduras. Sobre él asienta la columnata cuyos tambores de granito
estuvieron estucados y pintados. Esta columnata rodea todo el templo. En su
frente, al sur, presenta seis columnas sobre las que asentaba el tímpano. Una
escalinata, de la que sólo se conserva la subestructura, servía de acceso a la
cella. En una exedra que segmentaba la escalinata puede que se ubicara el
altar.
Su estado de
conservación excepcional se debe a que, durante siglos, el templo sirvió de
cimiento y armazón del palacio renacentista del Conde de los Corbos, del que se
conservan aún algunas partes. En dicho palacio se ha habilitado un centro de
interpretación que desarrolla su contenido en torno a la importancia del
edificio en época romana y sus usos posteriores. Gracias a los paneles
informativos, proyección, piezas originales y réplicas, es posible saber como
era este edificio dedicado al culto imperial
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