Situación: La fortaleza de Peracense se halla colgada
sobre un apartado risco de la sierra
Menera, en el municipio de Peracense, a unos
45 kilómetros de Teruel.Historia: El origen de este castillo
no está nada claro. Según parece, por los restos arqueológicos hallados en sus proximidades, debió de ser la defensa de
un pequeño poblado medieval, conocido por los lugareños como la Villeta, lugar del que procedería la imagen
medieval de la Virgen con el Niño que se conserva en la iglesia parroquial de
la localidad. Según información
manejada por Cristóbal Guitart ya existía en 1284, pues fue utilizado por las
tropas reales como punto de partida
para la conquista de Albarracín. No obstante, también se han encontrado restos
celtíberos y romanos, lo que da idea
de lo ancestral de su origen. La fortaleza propiamente dicha, y que podemos ver
hoy día, fue edificada hacia la primera
mitad del siglo XIV para uso
estrictamente militar. A pesar de su situación, ya que
se encuentra mucho más próximo a
Teruel que a Daroca, y justo en el límite que durante la Edad Media separaba
los territorios de ambas comunidades,
el castillo de Peracense estaba administrado por alcaides nombrados por la comunidad darocense. El castillo se
encuentra ubicado junto al monte o peña de San Ginés, todo un hito geográfico
ya señalado al citar los límites
espaciales de Teruel, comunidad que se forma con parte del territorio ya
conquistado a los musulmanes por las
tropas de Daroca, para que quede claro hasta dónde se extienden una y otra. La
construcción del castillo de
Peracense, como la de otros castillos vecinos fue fruto de la rivalidad
medieval entre los reinos de Castilla y Aragón.
Su misión era la de controlar uno de los posibles puntos de acceso por los que
las tropas castellanas podían penetrar
en Aragón en momentos de conflicto, y evitar así su llegada a todo el Valle del
Jiloca y a localidades tan importantes como Santa Eulalia,
Villafranca, Monreal del Campo o la propia ciudad de Teruel. No obstante, parece que el acceso de las tropas castellanas podía
hacerse desde otros puntos cercanos y de más difícil defensa, de manera que este castillo apenas fue atacado ni
asediado. Una de las razones de la relativa falta de uso de este castillo es
que siempre se encontró
adecuadamente protegido por otros elementos defensivos del entorno, por un lado la
torre de planta
rectangular que se levanta en el ya
citado cerro de San Ginés, el principal
punto de control visual por su ubicación en una
elevación del terreno dentro de un entorno eminentemente llano, y por otro el
castillo de Ródenas, un gran desconocido
de la castellología que sin embargo le sirvió de pantalla protectora. La más
clara prueba de ello es que del de
Ródenas apenas quedan los restos de algún muro en la parte superior, mientras
que en el de Peracense los restos han
tenido siempre mayor importancia, aún antes de la reciente restauración. Como
el castillo de Ródenas sí que pertenecía
a la Comunidad de Teruel, se plantea otra posibilidad, que ambos castillos se
mantuvieran para proteger las posesiones
de sus respectivas comunidades ante posibles conflictos entre ellas, más que
dedicarse a defender Aragón de la
amenaza de incursiones por parte de los castellanos. Como ya se ha dicho, no
existen citas importantes que atestigüen asedios de este castillo por parte
de tropas enemigas durante la Edad
Media. Hay que esperar a los episodios bélicos de la primera guerra carlista para documentar de nuevo su utilización parcial.
Descripción: El castillo de Peracense
se mimetiza con el paisaje de manera que parece formar parte de él como si de
un fenómeno geológico se tratara. La
forma que adquiere es la de un espolón de un barco varado en la montaña del que destaca la torre principal por su altura y
rotundidad. La fortaleza es de planta
cuadrada irregular, ocupa unos 4.000 metros
cuadrados, se divide en tres recintos concéntricos y está situada sobre una
escarpada peña, siendo inexpugnable
por varios de sus flancos. El recinto interior es la plaza de armas, de unos 60
x 40 metros, y en ella se puede
observar una especie de nichos que debieron ser utilizados para almacenar
víveres y para que los guerreros se resguardasen
del frío. Sus laderas norte y este son inexpugnables, y en el sur y oeste se
levantó una muralla en forma de
ángulo recto de unos 3 metros de espesor, reforzada por tres torreones
rectangulares. La entrada al castillo es un estrecho
portillo al borde del precipicio. Hay saeteras y subsisten bastantes almenas.
Sólo queda la pared frontal de lo que fue la Torre
del homenaje.
Estado de conservación: Ha sido restaurado ampliamente hace poco tiempo. Esta restauración ha devuelto la vida a una edificación que estaba herida de muerte, y que ha habido que reconstruir en buena medida. No obstante, cabe resaltar que lo que quedaba antes de ella era más que significativo, y que los restauradores contaban con testigos completos y originales de todas las partes del castillo, por ejemplo de las almenas. El castillo va a contar con un museo que recogerá réplicas de las muchas piezas arqueológicas recogidas en las excavaciones, y ya cuenta con una tienda provista de recuerdos diseñados expresamente para el castillo, abierta al público desde los primeros días de julio de 2002.
Estado de conservación: Ha sido restaurado ampliamente hace poco tiempo. Esta restauración ha devuelto la vida a una edificación que estaba herida de muerte, y que ha habido que reconstruir en buena medida. No obstante, cabe resaltar que lo que quedaba antes de ella era más que significativo, y que los restauradores contaban con testigos completos y originales de todas las partes del castillo, por ejemplo de las almenas. El castillo va a contar con un museo que recogerá réplicas de las muchas piezas arqueológicas recogidas en las excavaciones, y ya cuenta con una tienda provista de recuerdos diseñados expresamente para el castillo, abierta al público desde los primeros días de julio de 2002.
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