foto: luis rodríguez de jesús
"AL HACER UNA FOTOGRAFÍA TENEMOS TANTAS POSIBILIDADES, PUNTOS DE VISTA Y SITUACIONES QUE EL MERO HECHO DE ESCOGER YA ES UNA CREACIÓN" francesc català-roca
23 de julio de 2025
igreja de santa marinha de cortegaça, ovar
La fachada, que destaca por su altura, va acompañada de dos campanarios y está íntegramente revestida de azulejos.
21 de julio de 2025
igreja matriz de santa maría de válega, ovar
La Iglesia de Válega es una verdadera obra prima del arte de la pintura del azulejo y seguramente una de las más impresionantes iglesias de Portugal.
A la puesta del sol, la fachada de la iglesia, es particularmente preciosa, bañada por los rayos del sol. Un verdadero templo dorado que brilla con sus fantásticos azulejos de múltiples colores.
El patronato de la iglesia perteneció a propietarios privados hasta el año 1150, Desde entoces hasta 1288 fue el Monasterio de São Pedro Ferreira. De 1583 a 1833 fue propiedad del Obispo y de la Sé Catedral de Porto.
Merece la pena destacar en el interior de la iglesia: Intervenciones del siglo XX, como por ejemplo los techos en maderas ex´ticas, patrocinadoos por la Familia Lopes, así como revestimientos exuberantes en azulejos, producidos por la Fábrica Aleluia de Aveiro. Trabajos en mármol en las paredes interiores de la capilla principal, el coro inferior y los revestimientos de madera. Y la representación de las distintas fases de la vida de la Virgen María.
20 de julio de 2025
bairro dos pescadores, costa nova, aveiro
El barrio de pescadores de Costa Nova es famoso por sus casas de colores a rayas, conocidas como "palheiros". Estas casas, que originariamente servían para guardar las redes y botes de los pescadores, han sido restauradas y convertidas en casas de vacaciones y tiendas, manteniendo su encanto y singularidad.
9 de octubre de 2023
barranco de la hoz y hermita de la virgen de la hoz, calomarde
A sólo 10 kilómetros de Molina de Aragón, siguiendo el
curso del río Gallo, surge sin que apenas nos demos cuenta uno de esos parajes
naturales que te dejan con la boca abierta. El Barranco de la Hoz es un gran
cañón de piedra arenisca rojiza que saca a la luz los sedimentos del que mucho
tiempo atrás tuvo un gran río (mucho más grande de todos cuantos pueda haber
actualmente en la Península Ibérica) deslizándose por sus paredes y modelando
extraordinarias formaciones.
La ermita de la Virgen de la Hoz, una iglesia del siglo XIII encajada entre grandes farallones en la que se cuenta que un pastor tuvo una aparición mariana.
La ermita de la Virgen de la Hoz, una iglesia del siglo XIII encajada entre grandes farallones en la que se cuenta que un pastor tuvo una aparición mariana.
giraldillo de molina, molina de aragón
La iglesia, de estilo gótico, aunque fue renovada con posterioridad, tiene una veleta con un arcángel portando una bandera, al que se le conoce como el Giraldo de Molina y que es un auténtico símbolo para todos los molineses.
puente viejo, molina de aragón
Un puente de estilo románico se ocupa de saltar el río Gallo, afluente del Tajo. Construido en piedra arenisca rojiza y formado por tres ojos se encarga desde hace siglos de comunicar la ciudad vieja con el Monasterio de San Francisco.
castillo de molina o fortaleza de molina de los caballeros, molina de aragón
Situación: El Castillo de Molina de Aragón se
encuentra en la localidad de Molina del municipio de Molina de Aragón,
provincia de Guadalajara, en la falda del monte que domina la población,
asentada en el valle que forma el río Gallo.
Historia: El origen de la fortaleza de Molina de Aragón es el alcázar que los árabes levantaron, sobre un antiguo castro celtibérico, y en el que situaron la sede de los reyezuelos del territorio taifa molinés. Sus jefes, como Hucalao, Aben hamar y Abengalbón, resuenan en algunas crónicas árabes de la época. Este último fue gran amigo del Cid Campeador, alojando al guerrero burgalés en sus caminares de exilio entre Castilla y Valencia.
El territorio molinés fue conquistado a los árabes por Alfonso I el Batallador de Aragón, en el año 1129. La disputa del territorio, elevado y frío, despoblado casi por completo, pero estratégico en el dominio de los caminos entre Aragón y Castilla, quedó finalmente para Castilla, y su señorío fue entregado en régimen de behetría a la familia de los Lara.
Estos magnates constituyeron en Molina de los Caballeros un fuerte núcleo poblacional al que concedieron un Fuero, promulgado en el año 1154 por su primer conde, don Manrique de Lara. Se creó un poderoso Común de Villa y Tierra, organización propia de la Castilla meridional, cuya cabeza territorial era Molina, sede del señorío, de las instituciones, de los representantes, del mercado, etc., y protegida por una muralla que fue creciendo a partir de la segunda mitad del siglo XII.
El gobierno de los Lara sobre el territorio y la villa de Molina duró hasta finales del siglo XIII. Luego pasó a ser señorío de los reyes castellanos por la boda de su señora, doña María con Sancho IV. Durante los casi dos siglos de relativa independencia, la ciudad de Molina fue progresivamente edificada y cuidada por sus señores. Todos ellos fueron añadiendo elementos al castillo, cada vez más fuerte, y finalmente la quinta señora, doña Blanca de Molina, terminó de construir la fortaleza y darle el tamaño y el aspecto que hoy muestra.
Las fortalezas molinesas, que han permanecido a lo largo de los siglos muy entero y sin necesidad de restauraciones especialmente llamativas, fueron protagonistas de múltiples batallas, tanto en la Edad Media como en la Guerra de la Independencia y las Guerras Carlistas. Además de haber servido de refugio al Empecinado, y sufrido un incendio violento toda la ciudad en 1810 por orden del general francés Roquet, en 1875 el castillo molinés tuvo que soportar el asalto y destrucción de parte de sus murallas por una fuerte columna de carlistas comandada por el general Vallés. Tras haber servido de cuartel durante todo el siglo XIX, la fortaleza de Molina quedó vacía desde principios de nuestro siglo, y hoy solo sirve para que el turista y curioso de las antiguas construcciones guerreras medievales pase un rato evocador recorriendo sus patios, subiendo las escaleras retorcidas de sus torres o asomando la vista desde los adarves protegidos de fuertes almenas.
Descripción: El Castillo de Molina de Aragón es el más grande y expresivo de cuantos quedan hoy la provincia de Guadalajara. Es la típica alcazaba bajomedieval en la que un ámbito amurallado muy amplio recoge en su interior la edificación militar propiamente dicha. Todo el conjunto se levanta sobre una fuerte cuesta orientada al mediodía. Desde la remota distancia, llegando a Molina por Aragón o por Castilla, sorprende lo airoso de su estampa. Sus dimensiones interiores son de 80 x 40 metros, lo que ya supone una grandiosidad desusada.
El castillo está formado por dos recintos, el exterior o albacara es de enormes proporciones y está defendido por numerosas torres cuadradas. En su interior se alza el castillo propiamente dicho con seis altas torres, de las que se conservan cuatro en perfecto estado.
La puerta principal de acceso se encuentra en el muro de poniente, escoltada por sendos torreones cuadrados, y coronada por un arco de medio punto en forma de buhedera.
Según los antiguos cronistas el alcázar llegó a tener ocho torres, pero solo cuatro quedan hoy en pie y en relativas buenas condiciones, todas ellas comunicadas entre sí por un adarve protegido de almenas. En la parte media de la colina aparecen las tres que se encuentran frente a la ciudad: la del centro es la Torre de las Armas, la que mira al sudoeste, frente al coso, es la Torre de Veladores, y la que forma vértice de un ángulo entre la Torre Cubierta o de los Caballeros, al norte, y la Torre de las Armas se la llama Torre del Homenaje o de Doña Blanca. En estas torres, que poseen algunos subterráneos abovedados, se abren balcones y ventanas, en los que se marcó rudimentariamente el arte arquitectónico propio del siglo XIII.
Entre estas cuatro torres y otras tres más caídas ya
por los años y las guerras se encuentra la gran plaza de Armas, con edificios a
propósito para acuartelar varias compañías de soldados. Los espacios entre las
torres están unidos por fortísimas murallas almenadas. En su muro norte estaba
adosado el palacio de los condes, y en la parte sur se encontraban las
caballerizas, cocinas, habitaciones de la soldadesca, cuerpos de guardia y
calabozos.
El recinto externo de la fortaleza, lo que podríamos denominar albacar de la alcazaba, o campo de armas, es muy amplio. En tiempos de Doña Blanca albergaba un barrio entero, en el que se incluía la llamada Cueva de la Mora. Alrededor del conjunto había un profundo foso con algunos puentes levadizos.
Desde la Torre Cubierta (llamada así porque se ha constituido su cresta por tejado moderno), y en dirección al barrio de la Soledad, el terreno va descendiendo bastante, y sobre él hay una muralla, interrumpida por varios torreones, ya en ruinas, entre los que se destaca una de tipo árabe, de construcción anterior al resto.
Luego la muralla se inclina hasta la Torre del Reloj, castillete avanzado que, al arruinarse, fue
restaurado en parte para colocar el reloj de la población. Desde esta torre y
en trozos amurallados de distintas épocas abarcando una gran extinción de la
ladera meridional siguen las murallas hasta volver a enlazar con la Torre de los Veladores.
En lo más alto del cerro se levanta la Torre de Aragón, una torre que es por si sola una fortaleza, y que se mantenía conectada al castillo principal a través de una coracha subterránea en zigzag, cuya traza aún se observa hoy perfectamente.
El recinto exterior del castillo contaba de cuatro
puertas de acceso: la Puerta del Campo, la actual Torre Puerta del Reloj, la Torre de La Traición, situada en el murallón norte y la
Torre del Puente Levadizo.
Estado de conservación: Se encuentra en estado de
ruina consolidada, con alguna restauración desafortunada.
Historia: El origen de la fortaleza de Molina de Aragón es el alcázar que los árabes levantaron, sobre un antiguo castro celtibérico, y en el que situaron la sede de los reyezuelos del territorio taifa molinés. Sus jefes, como Hucalao, Aben hamar y Abengalbón, resuenan en algunas crónicas árabes de la época. Este último fue gran amigo del Cid Campeador, alojando al guerrero burgalés en sus caminares de exilio entre Castilla y Valencia.
El territorio molinés fue conquistado a los árabes por Alfonso I el Batallador de Aragón, en el año 1129. La disputa del territorio, elevado y frío, despoblado casi por completo, pero estratégico en el dominio de los caminos entre Aragón y Castilla, quedó finalmente para Castilla, y su señorío fue entregado en régimen de behetría a la familia de los Lara.
Estos magnates constituyeron en Molina de los Caballeros un fuerte núcleo poblacional al que concedieron un Fuero, promulgado en el año 1154 por su primer conde, don Manrique de Lara. Se creó un poderoso Común de Villa y Tierra, organización propia de la Castilla meridional, cuya cabeza territorial era Molina, sede del señorío, de las instituciones, de los representantes, del mercado, etc., y protegida por una muralla que fue creciendo a partir de la segunda mitad del siglo XII.
El gobierno de los Lara sobre el territorio y la villa de Molina duró hasta finales del siglo XIII. Luego pasó a ser señorío de los reyes castellanos por la boda de su señora, doña María con Sancho IV. Durante los casi dos siglos de relativa independencia, la ciudad de Molina fue progresivamente edificada y cuidada por sus señores. Todos ellos fueron añadiendo elementos al castillo, cada vez más fuerte, y finalmente la quinta señora, doña Blanca de Molina, terminó de construir la fortaleza y darle el tamaño y el aspecto que hoy muestra.
Las fortalezas molinesas, que han permanecido a lo largo de los siglos muy entero y sin necesidad de restauraciones especialmente llamativas, fueron protagonistas de múltiples batallas, tanto en la Edad Media como en la Guerra de la Independencia y las Guerras Carlistas. Además de haber servido de refugio al Empecinado, y sufrido un incendio violento toda la ciudad en 1810 por orden del general francés Roquet, en 1875 el castillo molinés tuvo que soportar el asalto y destrucción de parte de sus murallas por una fuerte columna de carlistas comandada por el general Vallés. Tras haber servido de cuartel durante todo el siglo XIX, la fortaleza de Molina quedó vacía desde principios de nuestro siglo, y hoy solo sirve para que el turista y curioso de las antiguas construcciones guerreras medievales pase un rato evocador recorriendo sus patios, subiendo las escaleras retorcidas de sus torres o asomando la vista desde los adarves protegidos de fuertes almenas.
Descripción: El Castillo de Molina de Aragón es el más grande y expresivo de cuantos quedan hoy la provincia de Guadalajara. Es la típica alcazaba bajomedieval en la que un ámbito amurallado muy amplio recoge en su interior la edificación militar propiamente dicha. Todo el conjunto se levanta sobre una fuerte cuesta orientada al mediodía. Desde la remota distancia, llegando a Molina por Aragón o por Castilla, sorprende lo airoso de su estampa. Sus dimensiones interiores son de 80 x 40 metros, lo que ya supone una grandiosidad desusada.
El castillo está formado por dos recintos, el exterior o albacara es de enormes proporciones y está defendido por numerosas torres cuadradas. En su interior se alza el castillo propiamente dicho con seis altas torres, de las que se conservan cuatro en perfecto estado.
La puerta principal de acceso se encuentra en el muro de poniente, escoltada por sendos torreones cuadrados, y coronada por un arco de medio punto en forma de buhedera.
Según los antiguos cronistas el alcázar llegó a tener ocho torres, pero solo cuatro quedan hoy en pie y en relativas buenas condiciones, todas ellas comunicadas entre sí por un adarve protegido de almenas. En la parte media de la colina aparecen las tres que se encuentran frente a la ciudad: la del centro es la Torre de las Armas, la que mira al sudoeste, frente al coso, es la Torre de Veladores, y la que forma vértice de un ángulo entre la Torre Cubierta o de los Caballeros, al norte, y la Torre de las Armas se la llama Torre del Homenaje o de Doña Blanca. En estas torres, que poseen algunos subterráneos abovedados, se abren balcones y ventanas, en los que se marcó rudimentariamente el arte arquitectónico propio del siglo XIII.
El recinto externo de la fortaleza, lo que podríamos denominar albacar de la alcazaba, o campo de armas, es muy amplio. En tiempos de Doña Blanca albergaba un barrio entero, en el que se incluía la llamada Cueva de la Mora. Alrededor del conjunto había un profundo foso con algunos puentes levadizos.
Desde la Torre Cubierta (llamada así porque se ha constituido su cresta por tejado moderno), y en dirección al barrio de la Soledad, el terreno va descendiendo bastante, y sobre él hay una muralla, interrumpida por varios torreones, ya en ruinas, entre los que se destaca una de tipo árabe, de construcción anterior al resto.
En lo más alto del cerro se levanta la Torre de Aragón, una torre que es por si sola una fortaleza, y que se mantenía conectada al castillo principal a través de una coracha subterránea en zigzag, cuya traza aún se observa hoy perfectamente.
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