La Iglesia de San Francisco fue
construida a finales del siglo XIV promovida por la Orden de los Franciscanos y bajo el mandato del rey Fernando I. En el mismo lugar existía
una iglesia más pequeña de estilo románico dedicada a San Francisco de Asís, que fue ampliada y sustituida por el
actual santuario.
La nueva iglesia, que se construyó en el año 1383, comenzó siendo un edificio de estilo gótico típico de Portugal, conservando algunos rasgos románicos de la iglesia anterior. A lo largo del tiempo y a consecuencia de las mejoras y reconstrucciones fue adoptando caracteres del estilo barroco.
En el exterior de esta iglesia franciscana destaca su fachada principal, ornamentada con un gran rosetón de estilo gótico y un portal barroco de dos alturas, en el que llaman la atención las columnas salomónicas y la pequeña estatua de San Francisco.
El interior deslumbra por su lujosa y ostentosa decoración, con tallas de madera dorada en sus tres naves. Se dice que para cubrir tal cantidad de superficie, se utilizaron unos 400 kilos de oro puro. Está considerada como una de las iglesias más suntuosas de Europa. Cada centímetro de decoración es un regalo para la vista.
Otro elemento importante y destacado del interior de la Iglesia de San Francisco es el retablo situado en la nave lateral norte. Esta talla policromada llamada Árbol de Jesé, obra de los artistas Filipe da Silva y António Gomes merece gran atención.
En el subsuelo está la cripta, lugar donde están enterrados los restos de los miembros de la Orden de los Franciscanos, los de ciudadanos de alta alcurnia y los de nobleza local. También tiene un calavernario con miles de huesos de gente desconocida, visibles a través de un cristal.
La nueva iglesia, que se construyó en el año 1383, comenzó siendo un edificio de estilo gótico típico de Portugal, conservando algunos rasgos románicos de la iglesia anterior. A lo largo del tiempo y a consecuencia de las mejoras y reconstrucciones fue adoptando caracteres del estilo barroco.
En el exterior de esta iglesia franciscana destaca su fachada principal, ornamentada con un gran rosetón de estilo gótico y un portal barroco de dos alturas, en el que llaman la atención las columnas salomónicas y la pequeña estatua de San Francisco.
El interior deslumbra por su lujosa y ostentosa decoración, con tallas de madera dorada en sus tres naves. Se dice que para cubrir tal cantidad de superficie, se utilizaron unos 400 kilos de oro puro. Está considerada como una de las iglesias más suntuosas de Europa. Cada centímetro de decoración es un regalo para la vista.
Otro elemento importante y destacado del interior de la Iglesia de San Francisco es el retablo situado en la nave lateral norte. Esta talla policromada llamada Árbol de Jesé, obra de los artistas Filipe da Silva y António Gomes merece gran atención.
En el subsuelo está la cripta, lugar donde están enterrados los restos de los miembros de la Orden de los Franciscanos, los de ciudadanos de alta alcurnia y los de nobleza local. También tiene un calavernario con miles de huesos de gente desconocida, visibles a través de un cristal.
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