Ubicada
junto a uno de los mejores miradores de la ciudad, San Cipriano es una de las
iglesias más antiguas de la ciudad. Posee un triple ábside cuadrado y conserva
la puerta sur original, así como interesantes capiteles interiores.
De
finales del siglo XI y reconstruida durante los siglos XIII, XIV y XVIII,
algunos autores destacan su alto componente de especialidad y exclusividad.
Tres
ábsides rectangulares en la cabecera y la decoración de los capiteles del
interior caracterizan un templo románico en el que también se llevaron a cabo bastantes
reformas posteriores. Por la inscripción de su portada se deduce que fue
reedificada en 1157. Correspondiendo a esta época el arco toral, la bóveda de
cañón y el arco de la capilla de la Epístola, la portada sur y la torre con el
pasadizo. El hastial y el muro norte se reformaron en el siglo XVIII.
Esta
iglesia fue declarada Monumento Nacional en 1931.
La
fachada sur, la única original, es de mediados del siglo XII y su portada es
muy sencilla. En este costado se levanta la torre y, junto a ella, una portada
formada por tres arquivoltas semicirculares. Al sur se conservan numerosas
piezas del templo primitivo como una sirena, un herrero llamado Bermudo trabajando
sobre el yunque, San Pedro con bonete y la correspondiente llave, un crismón,
un monstruo de siete cabezas y la escena de Daniel en el foso de los leones. La
decoración exterior se completa con los habituales modillones con figuras
humanas y restos del ajedrezado en el alero. Debido al desgaste de la piedra no
se descifran bien las escenas que se representan.
En el
interior se aprecian tres naves reformadas en el siglo XIII. Cuenta con varios
capiteles interesantes, tanto figurativos como historiados, como es el caso de
la capilla mayor. Los temas de los capiteles son vegetales, escenas bíblicas
como la Adoración de los Reyes o la Expulsión del Paraíso.
La
antigua planta basilical se sustituyó por una sola nave de cabecera plana muy
amplia y algunas capillas añadidas, conservando la triple cabecera recta propia
del románico zamorano. La cabecera es la original y en ella hay numerosos
relieves procedentes de un templo desaparecido, haciéndose notar la ventana de
la capilla del Evangelio y tiene tres capillas cuadradas, siendo la central más
amplia que las laterales.