Es el más nuevo de Asturias y uno de los más jóvenes de la Península, a pesar de estar enclavado en uno de los tramos más peligrosos para la navegación de la marina occidental asturiana. Fue necesario que Cudillero y los concejos próximos pagasen un alto precio en naufragios y muertos para que las autoridades tomasen cartas en el asunto. La Dirección General de Puertos determinó, en un primer momento, colocar solamente una señal de aviso. Posteriormente, se añadió una edificación para el farero y su familia. El faro de Vidío (Vidíu), que comparte tareas de vigilancia con el cercano de Cudillero, fue levantado, a 89 metros sobre el nivel del mar, entre 1948 y 1950 —año de su inauguración, con calificación de tercer orden—, en la punta del cabo de igual nombre, perteneciente a la parroquia de Oviñana.
En la actualidad, el
complejo del faro, de ingreso por la fachada sur, lo constituye un espacio
amurallado con dos viviendas en edificios independientes.
La linterna que culmina la
torre farera es su componente más destacado. El plano focal lo tiene a una
altura de 76 m
sobre el nivel medio del mar y 10
m sobre el terreno. La señal luminosa emite 4 destellos
cada 20 segundos, con un alcance de 35,8 millas con buen tiempo y 16 millas con bruma. Hoy
en día es accionado automáticamente y de manera remota por los técnicos de
señales marítimas.
El agreste cabo Vidío, lugar
escogido para su asentamiento, es un accidentado espacio, localizado en el
sector central del concejo de Cudillero y distante pocos kilómetros de su villa-capital,
desde donde puede divisarse, en días claros, el coruñés saliente de la Estaca de Bares, el más
septentrional de la
Península Ibérica, así como deleitarse con una incomparable
vista del litoral occidental asturiano, desde el cabo Busto, al Oeste, hasta el
cabo Peñas, al Este. En sus impresionantes y acantilados, de cerca de 80 m de altitud sobre el nivel
del mar y esculpidos en cuarcitas y pizarras, anidan una importante colonia de
cría de cormorán (cuervo marino) moñudo y varias especies de gaviotas. Tiene en
la llamada Iglesiona uno de sus mayores encantos; se trata de una cueva tallada
bajo el cabo por el oleaje, visitable a pie aprovechando la bajamar.
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