Situación: El castillo de Enrique II de Trastámara se encuentra situado en lo más alto de la ciudad amurallada más importante de la provincia de Salamanca, Ciudad Rodrigo, a 30 kilómetros de la frontera con Portugal, dominando el fluir del río Águeda y defendiendo la entrada del puente sobre el río.
Historia: Se desconoce el nombre de quien lo mandó hacer, pero se conoce el de quien lo reconstruyó, Fernando II. Fue atacado en diferentes ocasiones durante el transcurso de las luchas que devastaron Castilla y León a lo largo de toda la Edad Media. Fue nuevamente reconstruido por Enrique II, monarca de Trastámara, a finales del siglo XIV (1372), quien confió la tarea al arquitecto zamorano Lope Arias Jenízaro. Durante las guerras de Sucesión y de la Independencia fue de nuevo escenario de luchas, hasta ser una vez más desmantelado por completo. Nuevamente restaurado, fue convertido en Parador Nacional de Turismo.
El 7 de junio de 1810, durante la guerra de Independencia,
la ciudad fue cercada por el ejército francés. En ella se refugiaron 6.000
hombres que, después de resistir a las tropas francesas con heroísmo, tuvieron
que capitular el 10 de julio de 1810 ante los 50.000 hombres del mariscal
Massena.
Descripción: El castillo de Ciudad Rodrigo fue construido para defender la entrada del puente. Es una muestra del típico castillo leonés presidido por una fuerte torre cuadrada y rodeada por un recinto (adherido al de la ciudad) con cubos de cal y canto, cuadrados en las esquinas y semicirculares a mitad de muro. El conjunto se encuentra rematado con almenas y defendido por barreras y matacanes.
En la torrecilla que media el lienzo sureste se encuentra la
entrada, en recodo, al estilo árabe, para proporcionar mejor defensa, con arcos
apuntados de sillería, rastrillo, bóvedas de cañón agudo y escarzano, y otra,
bien adornada, de ojivas. Sobre el arco exterior, además de la indispensable
garita, se pueden ver dos recuadros, uno con las armas reales coronadas y el
otro con la inscripción de la fecha de su reconstrucción (el día 1 de junio de
1372). Se sale también fuera de la ciudad por un postigo abierto en alto y con
garita encima.
En el centro del recinto, y constituyendo el verdadero
alcázar, se alza una ancha torre de base cuadrada de 17 metros de lado, la
torre del homenaje. Está coronada por un parapeto de almenas aguzadas, y corta
por mitad su altura un verdugo de piedra que viene a señalar los dos pisos del
interior. Arriba se abren dos ventanas de arcos góticos gemelos con su pilar
ochavado partiéndolas. Abajo y hacia el noroeste se encuentra, algo elevada
sobre el suelo exterior, una puerta en forma de arco agudo que muestra encima
las armas reales dentro de un recuadro, y una garita sobre modillones en lo más
alto. La escalera está cubierta con bóvedas rampantes de derretido de argamasa,
otra baída en un descanso y arcos apuntados. Sus dos vastas cámaras desarrollan
grandes cañones agudos sobre perpiaños, todo ello de sillería marcada. Por
encima surge un tercer cuerpo, mucho más arredrado por descontarse la escalera,
obra de mampuesto, con cintas y rafas de ladrillo, que contiene otra cámara
cuadrada igual, pero más baja, con bóveda de ladrillo e impostas de nacela para
sus dos perpiaños. Una escalera de caracol sube hasta la plataforma.
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