8 de octubre de 2019

castillo de medellín




Situación: La fortaleza de Medellín se alza sobre un cerro elevado inmediato a la ribera izquierda, la meridional, del río Guadiana, en la localidad de Medellín, en la zona norte de la provincia de Badajoz, cerca de las localidades de Castilnovo, Mérida, Magacela o Alange, en la confluencia de los caminos entre la romana Mérida y la zona de La Serena.
Historia: En el año 74, un campamento romano dio origen a la ciudad. Los testimonios literarios de la época musulmana son considerablemente antiguos, como los realizados por Al-Bakrí en el siglo X, o Al-Idrisi en el XII, diciendo que estaba su castillo muy bien poblado. Pasó de manos árabes a cristianas hasta su conquista definitiva por Fernando III en 1234.
Durante el siglo XIV paso por diversas manos muy belicosas, por lo que sufrió grandes desperfectos y reformas. Pedro I el Cruel mandó destruir al castillo, por la recriminación que Alfonso de Alburquerque, alcalde del mismo, le hizo al rey por sus amores con doña María de Padilla, siendo de esta manera infiel a su esposa doña Leonor de Aragón. En 1357 Enrique II construyó el actual castillo, pero su configuración definitiva se produce a lo largo de la segunda mitad del siglo XV, fecha en la que se aprovechan algunos recursos existentes de etapa anterior y se incorporan otros del momento, siendo su dueño el Conde de Medellín, Don Rodrigo Portocarrero, a quien debe corresponder el escudo jaquelado situado sobre la puerta gótica del lado occidental, con una tipología propia de mediados del siglo XV, y luego su viuda doña Beatriz Portocarrero.
Durante el gobierno de esta señora, especialmente belicosa, el castillo de Medellín se vió inmerso en un buen número de enfrentamientos armados por tomar partido al lado de la Beltraneja en los conflictos sucesorios a la Corona, entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, entre 1475 y 1479, en los que también participó gran parte de la nobleza extremeña, como había ocurrido poco antes en los enfrentamientos entre Enrique IV y su hermano el Infante Don Alfonso. Por eso en estos años son justificables las distintas obras realizadas en la fortaleza para mejorar sus condiciones defensivas y de habitabilidad.
Varias veces sirvió de residencia a reyes portugueses por encontrarse de paso al país vecino. También sirvió como cementerio durante mucho tiempo.
Descripción: El castillo tiene forma alargada y se adapta al terreno donde se encuentra ubicado. Está formado por un cuerpo principal dividido interiormente en dos mitades por una muralla diafragma, flanqueado todo a su alrededor por un muro con cuatro cubos y dos torres en forma de prisma que son las que dividen el recinto en dos. El edificio tenía cuatro accesos pero únicamente se conservan dos, uno con arco de medio punto y otro con arco apuntado. Destacan también las dos portadas, una en forma de recodo y la otra de túnel.
El cuerpo principal de la estructura está configurado por varios lienzos planos que en su conjunto dibujan una forma oblonga dividida en dos partes a causa de la disposición transversal de una muralla diafragma en el medio. Alrededor existe otro recinto paralelo a modo de barbacana o antemuralla, pero colocado a escasos metros de la principal, aunque no se conserva en toda su extensión sí lo suficiente para comprobar su existencia y, sobre todo, para apreciar los interesantes sistemas de seguridad en los accesos, formados por torres y baluartes que se disponen en el medio de los flancos septentrional y meridional respectivamente. La estuctura de la puerta meridional fue realizada a comienzos del siglo XVI por iniciativa de Juan Portocarrero.
Entre los elementos más significativos y monumentales cabe señalar las dos altas torres que se elevan en el centro de los flancos norte y sur del cuerpo principal, ambas con interesantes sistemas de comunicación a base de escaleras y conductos que ponen en contacto las distintas plantas de sendas torres y los adarves de los muros contiguos así como con la muralla diafragma que, precisamente, divide el interior del castillo en dos partes, extendiéndose entre estas dos torres.
La muralla diafragma es un recurso que permite fragmentar o compartimentar el interior del castillo para facilitar su defensa en caso de necesidad, pero al mismo tiempo permite la circulación interior de sus defensores, tanto desde lo alto a través de un andén, como en la parte interior del mismo ya que cuenta con un pasillo o corredor dentro del muro. Tiene una tipología propia del último tercio del siglo XV, especialmente acusada en las dos torrecillas semicilíndricas o escaraguitas que se alzan en cada lado, sobre ménsulas escalonadas en redondo, habituales en los castillos señoriales de estas fechas, como otros detalles de la fortaleza, troneras, arcos conopiales y demás elementos.
De la época musulmana de este castillo se conservan escasísimos restos aunque muy interesantes, como e alibe hispano-musulmán espléndidamente conservado, constituido con dos naves con una columna al medio, de donde arrancan dos arcos que sirven de apoyo de las dos bóvedas de cañón correspondientes a las dos naves.
Materiales: La materia prima que se utilizó, tanto en el castillo como en la muralla, es la piedra. Se construyeron dos estructuras paralelas en mampostería, es decir, piedras escasa o nulamente trabajadas, y en sillarejo y sillares, es decir, piedras elaboradas de una forma más precisa.
Estado de conservación: Esta soberbia construcción defensiva sirvió durante muchos años como cementerio hasta que, en época reciente, se ha restaurado y se le ha devuelto su carácter de fortaleza. Muchos de sus entramados arquitectónicos primitivos se han perdido pero aún conserva sus esquemas defensivos que muestran la función protectora que ejercía en otros tiempos.

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