Situación:
El Castillo de Alburquerque se encuentra ubicado en la parte alta de un cerro
en la Sierra de San Pedro, lo que le proporciona una posición dominante con
respecto al resto de la población. Alburquerque es una zona próxima a la línea
divisoria con Portugal. Esto y su posición entre Valencia de Alcántara y
Badajoz le proporcionó un atractivo singular. Esta villa de renombre se sitúa
en la parte norte de la provincia Badajoz.
Historia:
El nombre de Alburquerque deriva del latín, Alvus quercus, que significa encina
blanca y así se hace constar en su escudo de armas compuesto por una encina con
un lucero a ambos extremos del tronco. Su nombre, por lo tanto, es de origen
latino, lo cual nos hace pensar en su existencia en época romana, aunque de
esta etapa apenas tenemos constancia.
La
plaza fue reconquistada por Fernando II en el año 1166, y su posesión cedida a
la orden de Santiago, pero volvió a manos musulmanas en el año 1184, siendo
recuperada definitivamente en 1217.
A lo
largo del siglo XIV el castillo pasó por distintas manos, casi siempre ligadas
a las coronas de Castilla o de Aragón, cuando no a los mismos monarcas, sin que
pueda saberse hasta el momento la evolución de la actividad constructiva
durante ese periodo, hasta mediados del siglo XV en que la fortaleza le es
entregada a don Álvaro de Luna, Maestre de la Orden de Santiago y Condestable
de Castilla, quien acometió entre los años 1445 y 1453 la construcción de
varios elementos significativos, de cuya etapa persiste aún la torre del
homenaje y el interesante sistema de acceso al piso superior a través de un
gran puente, de cuya autoría dejó constancia epigráfica en los varios blasones
que pueden verse aún en estas partes y otras del castillo.
Poco
después, entre los años 1465 y 1472 figura como señor del castillo don Beltrán
de la Cueva, por privilegio de Enrique IV que además le otorga el título de primer
duque de Alburquerque, añadiendo a la fortaleza varias dependencias de tipo
palaciego, algunos recursos defensivos externos en la barbacana, en una de
cuyas puertas todavía campea su escudo heráldico con la corona ducal, y sobre
todo la torre pentagonal con curiosas almenas puntiagudas rematadas con bolas
que se asoció con la torre del homenaje y con el elevado puente de acceso.
Descripción:
El acceso al castillo se veía dificultado por su disposición en una zona
elevada y por los tres niveles de murallas jalonadas por pequeñas torres.
Aunque
fue necesario la renovación de los elementos más deteriorados o desaparecidos,
todavía se conservan muchos que permiten percibir el primitivo carácter de la
fortaleza, como el conjunto del sistema amurallado, las puertas, los cubos y
baluartes, la gran torre del homenaje de don Álvaro de Luna, con sus múltiples
pisos todavía accesibles, el gran puente de acceso directo a los niveles más
altos de esta torre, sobre arco apuntado pero que obligaba al uso de un dispositivo
de seguridad con un puente levadizo en el último tramo para facilitar el
aislamiento de la torre en caso de necesidad. Destaca también una torre
albarrana.
La
torre del homenaje es una considerablemente voluminosa mole de piedra de planta
cuadrada. Está muy bien organizada y aprovechada en su interior, tanto por sus
numerosas plantas, como por la distribución de éstas y por sus sistemas de
abovedamiento, en algunos casos con crucería, como ocurre en el último piso,
donde además se abren bellas ventanas góticas, geminadas y polilobuladas, en
alguna de las cuales se puede ver el escudo de don Álvaro de Luna, promotor de
estas obras. Naturalmente no se descuidan los recursos defensivos en la torre,
por ello se defienden sus flancos con el almenaje de lo alto, ligeramente en
voladizo sobre canecillos decorados con la media luna del promotor, y con los
matacanes que también se adelantan en la parte superior. Esta torre se
encuentra unida con otra que remata en un almenado con forma tronco piramidal.
Uno de
los puntos que más destaca de esta construcción además de la torre del homenaje
son sus tres líneas de muralla. Toda su parte medieval se envolvía en esta
estructura amurallada. Destacan varias puertas como la de Valencia y la de la
Villa, que perduran en la actualidad, aunque debió tener alrededor de cuatro o
cinco.
Es
también muy interesante la iglesia que todavía se conserva en el interior de la
fortaleza con la advocación de Santa María del Castillo, uno de los más
antiguos ejemplares de este tipo de edificios religiosos en Extremadura,
datable en el último cuarto del siglo XIII y en el que se puede ver el estilo
de transición entre el románico tardío y el gótico, con sus tres naves
cubiertas mediante bóvedas de cañón sobre pilares cruciformes con recios capiteles
e impostas, manifestándose en el ábside los añadidos de una bóveda de crucería
correspondiente a una etapa gótica más evolucionada.
Materiales:
El material utilizado para esta impresionante construcción es la piedra,
utilizando mampostería para los muros del edificio y sillares trabajados para
las esquinas. La muralla que rodea el conjunto, también está realizada en
piedra, hecha en mampostería como el resto del edificio, lo cual dota al
conjunto de un aspecto férreo y compacto.
Estado
de conservación: A pesar de los avatares que ha sufrido con las distintas
guerras de las que ha sido escenario, su estado es bastante bueno, entre otras
cosas, porque fue reconstruido después de la guerra civil española. Ha pasado
por diversas manos y en la actualidad permite la estancia en uno de sus
pabellones, que se sitúan en la plaza de armas, y se mantiene en servicio para
actividades de tipo juvenil y formativo por la Junta de Extremadura, que además
ha propiciado su restauración y rehabilitación.
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