30 de marzo de 2013

faro del cabo vidío


Es el más nuevo de Asturias y uno de los más jóvenes de la Península, a pesar de estar enclavado en uno de los tramos más peligrosos para la navegación de la marina occidental asturiana. Fue necesario que Cudillero y los concejos próximos pagasen un alto precio en naufragios y muertos para que las autoridades tomasen cartas en el asunto. La Dirección General de Puertos determinó, en un primer momento, colocar solamente una señal de aviso. Posteriormente, se añadió una edificación para el farero y su familia. El faro de Vidío (Vidíu), que comparte tareas de vigilancia con el cercano de Cudillero, fue levantado, a 89 metros sobre el nivel del mar, entre 1948 y 1950 —año de su inauguración, con calificación de tercer orden—, en la punta del cabo de igual nombre, perteneciente a la parroquia de Oviñana.
En la actualidad, el complejo del faro, de ingreso por la fachada sur, lo constituye un espacio amurallado con dos viviendas en edificios independientes.
La linterna que culmina la torre farera es su componente más destacado. El plano focal lo tiene a una altura de 76 m sobre el nivel medio del mar y 10 m sobre el terreno. La señal luminosa emite 4 destellos cada 20 segundos, con un alcance de 35,8 millas con buen tiempo y 16 millas con bruma. Hoy en día es accionado automáticamente y de manera remota por los técnicos de señales marítimas.
El agreste cabo Vidío, lugar escogido para su asentamiento, es un accidentado espacio, localizado en el sector central del concejo de Cudillero y distante pocos kilómetros de su villa-capital, desde donde puede divisarse, en días claros, el coruñés saliente de la Estaca de Bares, el más septentrional de la Península Ibérica, así como deleitarse con una incomparable vista del litoral occidental asturiano, desde el cabo Busto, al Oeste, hasta el cabo Peñas, al Este. En sus impresionantes y acantilados, de cerca de 80 m de altitud sobre el nivel del mar y esculpidos en cuarcitas y pizarras, anidan una importante colonia de cría de cormorán (cuervo marino) moñudo y varias especies de gaviotas. Tiene en la llamada Iglesiona uno de sus mayores encantos; se trata de una cueva tallada bajo el cabo por el oleaje, visitable a pie aprovechando la bajamar.

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