21 de septiembre de 2011

peñíscola

 
 
 
 




Está emplazado en la zona más elevada del peñón, alcanzando un altura de 64 m sobre el nivel del mar. Su perímetro es de unos 230 m y tiene una altura media de 20 m. Los Templarios construyeron esta obra románica sobre restos de la antigua alcazaba árabe entre 1294 y 1307. Benedicto XIII realizó pequeñas reformas durante su estancia en este castillo transformándolo en palacio papal.
La fábrica de los muros es de piedra labrada y todas las dependencias se cubren de bóvedas de cañón, en ocasiones algo apuntadas. Destaca en todo el conjunto la sobriedad y solidez de su construcción, tanto en las estancias templarias como en las estratégicas e intrincadas dependencias pontificias que realizaría más tarde Benedicto XIII (entre las que estuvo instalada una de las mejores bibliotecas del mundo).
Pero, tal vez, el mayor interés arquitectónico del castillo se encuentra en la solución abovedada del Cuerpo de Guardia y en la austeridad y severa proporción de la Basílica de los Templarios, utilizada por Benedicto XIII y Clemente VIII como Basílica Pontificia.
En esta Basílica reposaron durante algún tiempo los restos del Pontífice. Las modificaciones introducidas por Felipe II, así como los bombardeos sufridos en las numerosas guerras y asedios, no alteraron sustancialmente la conformación del castillo, que fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1931. En 1957, por orden ministerial, se cedió su gestión a la Diputación de Castellón, iniciando ésta su restauración.

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